Todo comienza en un sillón desvencijado.La luz de mediodía es cortada a tajos por un juego de rígidas persianas, en tanto la orquesta sinfónica de tuercas y tornillos del refrigerador casi inservible toca una melodia monótona que a ratos se interrumpe y a ratos se reanuda con mas bríos.
Nada de eso es relevante.
El vodka rancio, la ropa ahumada en tabaco, la basura acumulada en una esquina y los pies que, descalzos, surcaron las banquetas de la zona rosa son solo objetos situados al azar para desentonar con el evento principal:
Mis pupilas dilatadas perdidas tras las tuyas intentando descifrar cómo es que el tiempo puede ser manipulable con tan sólo calcular la distancia que separa tu piel de la mía.
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