3.18.2006

. .. .guilt. .. .

Lo conocí un viernes en un bar. Me había embriagado de melancolía, así que no dudé en exponerle mis teorias infundadas sobre la estupidez del ser humano. "Sartre, Nietzche, Hesse... todos son unos pendejos". Lo absurdo fué que siguió cada palabra con un culto emotivo, casi sacro, incluso cuando le dije que él no era más que otros abrió bien los ojos y asintió con la cabeza. "Tu vida y la mia valen pa' pura madre".

Me llamó unos dias después para invitarme un café. "Soy el pintor" dijo al teléfono, quien susurro en mi oído -El pintor del bar, Ana, el del bar-. Acepté porque tenía remordimientos de conciencia, y es que generalmente evito restregar mi fatalismo en el prójimo. 3 hrs después encendía un cigarro en un café del parque México, escuchando al pintor cuarentoso excusarse por no llevarme chocolates. No quise tocar el tema de la existencia y me obligué a callar y escucharlo hablar de sus amigos los poetas, los pintores, los músicos... todos muertos. Luego habló de la vida dolorosa de Van Gogh y sus ojos se llenaron de mar. 1 minuto de silencio por el cuerpo muerto del artista y 5 más por el alma muerta del pintor. "Mi madre cree que soy un fracasado" me juraba secándose las lagrimas.

Caminamos mientras intentaba expresar una idea. No lo logró, su hablar era lento y doloroso: saliva de ganja, supongo. Nunca había sentido yo tal desconcierto, una inoportuna mezcla de tristeza, compasión, lástima, ternura y repudio. Me alejé pensando en los males de la vida, en las bondades del té negro con crema y en la mirada invertida del pintor. "no llores, pintor, tus muertes inconclusas" escribí en mi libreta, esperando la iluminación poética que nunca llega.

No hay comentarios.: